domingo, 11 de septiembre de 2011

LA VIDA RURAL EN UN PAÍS CENTRAL

   Vivir de las actividades agropecuarias no implica residir en el campo. En los países centrales, predominan los llamados "agricultores ausentes", que son aquellos que manejan sus propiedades a distancia, desde las ciudades, gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación. Sin embargo, aún queda un decreciente número de productores que sigue eligiendo el medio rural como lugar de residencia porque allí gozan de casi todas las ventajas de la vida urbana y, al mismo tiempo, del privilegio de vivir en contacto con la naturaleza.

UN FARMER QUE CONVIVE CON EL RITMO DE LA CIUDAD

Según un informe de la Universidad de Illinois, un agricultor promedio de ese estado responde a las siguientes características: 57 años de edad, siembra en promedio 300 hectáreas, alcanza a retirar de su actividad 4.000 dólares por mes, debe aproximadamente 200.000 dólares y sus hijos que se han ido a vivir a diversas ciudades, generalmente bastante lejos del hogar, no están interesados en volver a vivir en el campo.
Este identikit del agricultor promedio se corresponde plenamente con Eric Rund, quien, como la gran mayoría de sus colegas agricultores, vive en el campo, lo que no significa de ninguna manera que viva alejado de la civilización. Vivir en el campo significa vivir entre las flores y el cesped cortado del jardín de su granja Benita Farms;  tener las paredes de todas sus instalaciones recien pintadas; contar con banda ancha de Internet; el camino pavimentado que llega hasta el porche de su casa; televisión satelital, y correo que recibe en su puerta los seis días de la semana.
Gracias a las inversiones en infraestructura, autopistas, rutas vecinales pavimentadas, en los estados de Illinois, Iowa e Indiana, en el corazón maicero norteamericano, la granja ya no está perdida entre los cultivos de maíz de un estado. Los  agricultores viven en lugares parecidos a los suburbios de las grandes ciudades. Esto se debe al gran avance del ambiente urbano sobre el rural. "Debido a que mucha gente de las ciudades se está mudando al campo, nuestras comunidades rurales se parecen cada vez más a sociedades suburbanas. La mayoría de nuestros vecinos no tienen ningún conocimiento de las tareas y la explotación rural", admite Rund. "Nuestros vecinos se suelen quejar de los olores de las vacas o de los cerdos y del polvo de la maquinaria. Se preocupan también cuando fumigamos y  pulverizamos nuestras explotaciones.  En fin, dedico buena parte  de mi tiempo en mejorar las relaciones con mis vecinos, enseñando y explicando en qué consisten las prácticas rurales"
  Eric Rund siembra 370 hectáreas con rendimientos que alcanzan los 120 quintales de maíz (cada quintal es equivalente a 46 Kg) y más de 35 quintales de soja. Le alcanza para vivir, pero sabe perfectamente que la producción de la granja  solo sirve para sus subsistencia y que su hijo tendrá que encontrar trabajo afuera. Eric es dueño del 10% de la tierra que cultiva; por el resto de la superficie paga un alquiler de 410 dólares la hectárea a once propietarios. "Aquí la gente está muy pegada a la tierra y antes de desprenderse, prefiere alquilarla", cuenta Eric.

(Fuente: Félix Sammartino. La Nación, 3/09/2005 - adaptación)

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